Ah, yes, “safe and effective”. How many times did we hear Cabinet ministers intone that reassuring mantra? Yet, use of the word “safe” by any pharmaceutical company advertising a product had been banned for years for exactly that reason – it is misleadingly reassuring. (The Government seems to think the rules didn’t prevent it saying “safe and effective” because it wasn’t advertising a specific product: a Mandy Rice Davis if ever I heard one.) Where, you might well ask, was the MHRA (Medicines and Healthcare products Regulatory Agency)? Ben Kingsley, a lawyer and co-author of a brilliant and damning new book, The Accountability Deficit, says: “For good reason, the MHRA’s rules did not allow AstraZeneca to promote its vaccine as ‘safe’. Yet, astonishingly, while a raft of other countries were pulling the AZ jab for safety reasons the British regulator stood aside with tragic consequences for Lisa and her family while ministers and the NHS continued to insist that it remained unequivocally safe and effective.” It is almost too painful to consider that, 15 days before Lisa Shaw went eagerly to get her Covid jab so she could “hug my mam”, Denmark stopped the use of AstraZeneca in its vaccination rollout after reports of rare but serious cases of blood clots. Finland also announced that it would continue to limit the AstraZeneca vaccine to people aged 65 and over following similar health concerns. Was the MHRA unaware of growing international doubts (AZ was never licensed in the US) or was it, perhaps, rather reluctant to tarnish a great British success story? In ethical terms, for a vaccine to be rolled out to people who are not at significant risk from Covid, it would need to be shown to be very safe indeed for those groups. I also clearly remember the head of the Government’s Vaccine Taskforce, Kate Bingham, saying that vaccinating everyone in the country was “not going to happen”. “It’s an adult-only vaccine, for people over 50, focusing on health workers and care home workers and the vulnerable,” she said. Vaccination policy would be aimed at those “most at risk”. She noted that vaccinating healthy people, who are much less likely to have severe outcomes from Covid-19, “could cause them some freak harm”, potentially tipping the scales in terms of the risk-benefit analysis.

Ah, sí, “seguro y eficaz”. ¿Cuántas veces escuchamos a los ministros del Gabinete entonar ese tranquilizador mantra? Sin embargo, el uso de la palabra “seguro” por parte de cualquier compañía farmacéutica que anuncie un producto ha estado prohibido durante años exactamente por esa razón: es engañosamente tranquilizador. (El gobierno parece pensar que las reglas no le impidieron decir “seguro y efectivo” porque no estaba anunciando un producto específico: una Mandy Rice Davis, si es que alguna vez escuché una). ¿Dónde, podría preguntarse, estaba la MHRA (Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios)? Ben Kingsley, abogado y coautor de un nuevo y brillante libro, The Accountability Deficit, dice: “Por una buena razón, las reglas de la MHRA no permitieron a AstraZeneca promocionar su vacuna como ‘segura’. Sin embargo, sorprendentemente, mientras una serie de otros países estaban aplicando la vacuna AZ por razones de seguridad, el regulador británico se mantuvo al margen, con consecuencias trágicas para Lisa y su familia, mientras los ministros y el NHS seguían insistiendo en que seguía siendo inequívocamente seguro y eficaz”. Es casi demasiado doloroso considerar que, 15 días antes de que Lisa Shaw fuera ansiosa a recibir su vacuna de Covid para poder “abrazar a mi mamá”, Dinamarca suspendió el uso de AstraZeneca en su campaña de vacunación después de informes de casos raros pero graves de coágulos de sangre. .Finlandia también anunció que seguiría limitando la vacuna AstraZeneca a personas de 65 años o más debido a problemas de salud similares. ¿La MHRA no era consciente de las crecientes dudas internacionales (AZ nunca obtuvo licencia en los EE. UU.) o era, tal vez, más bien reacia a empañar una gran historia de éxito británica? En términos éticos, para que se pueda distribuir una vacuna a personas que no corren un riesgo significativo de contraer Covid, sería necesario demostrar que es muy segura para esos grupos. También recuerdo claramente que la jefa del Grupo de Trabajo sobre Vacunas del Gobierno, Kate Bingham, dijo que vacunar a todos en el país “no iba a suceder”. "Es una vacuna sólo para adultos, para personas mayores de 50 años, que se centra en los trabajadores de la salud y los trabajadores de residencias y en los vulnerables", dijo. La política de vacunación estaría dirigida a quienes “corren mayor riesgo”. Señaló que vacunar a personas sanas, que tienen muchas menos probabilidades de sufrir resultados graves a causa del Covid-19, “podría causarles algún daño extraño”, lo que podría inclinar la balanza en términos del análisis de riesgo-beneficio.