It’s good for us too. In the pandemic, a clinical trial at the University of Texas at Austin found levels of loneliness, anxiety and depression were lowered in participants after four weeks of receiving regular phone calls. A call, said psychotherapist Haley Neidich, “has the capacity to offer a major mood boost and completely shift the course of your thinking”. “Hearing someone’s voice and really making an emotional connection is important,” said Neidich, suggesting people plan and keep a minimum of two “phone dates” per week. “Most of my clients who do this report a boost in their mood following the call.” Younger people, for whom mental health problems have rocketed recently, could do with a bit of that beneficial connection. Yet they so abhor the cold call that Debrett’s insists a text is now required to alert them in advance if you’re planning to ring. And they really don’t like to hear: “I’m not ‘cold calling’ you, I’m your mother, not an energy provider, it doesn’t count.” Debrett’s stresses that “because calls are becoming less common, people are more likely to react to them with panic or dread”. In 25 years, then, we have gone from phone calls being part of the fabric of everyday life to being an intrusion, a con, or the harbinger of doom.

También es bueno para nosotros. Durante la pandemia, un ensayo clínico de la Universidad de Texas en Austin encontró que los niveles de soledad, ansiedad y depresión se redujeron en los participantes después de cuatro semanas de recibir llamadas telefónicas regulares. Una llamada, dijo la psicoterapeuta Haley Neidich, “tiene la capacidad de ofrecer un gran impulso al estado de ánimo y cambiar completamente el curso de tu pensamiento”. "Escuchar la voz de alguien y realmente establecer una conexión emocional es importante", dijo Neidich, sugiriendo que las personas planifiquen y mantengan un mínimo de dos "citas telefónicas" por semana. "La mayoría de mis clientes que hacen esto reportan una mejora en su estado de ánimo después de la llamada". A las personas más jóvenes, para quienes los problemas de salud mental se han disparado recientemente, les vendría bien un poco de esa conexión beneficiosa. Sin embargo, aborrecen tanto las llamadas en frío que Debrett's insiste en que ahora se requiere un mensaje de texto para alertarlos con anticipación si planeas llamar. Y realmente no les gusta escuchar: “No te estoy llamando en frío, soy tu madre, no una proveedora de energía, eso no cuenta”. Debrett's enfatiza que “debido a que las llamadas son cada vez menos comunes, es más probable que las personas reaccionen con pánico o temor”. Entonces, en 25 años, hemos pasado de que las llamadas telefónicas sean parte del tejido de la vida cotidiana a ser una intrusión, una estafa o el presagio de una fatalidad.