There is no doubt that the Cass report, four years in the making, represents a watershed moment. The emperor has been stripped of every item of clothing, and the house of cards has tumbled. No longer can politicians, clinicians and others say with any authority that prescribing puberty blockers for gender-confused children is either harmless or irreversible. We know that a damaging medical experiment has been performed on our most vulnerable children at Gids. But how do we ensure real and lasting change? Serious consequences are a must, and will, in turn, act as a deterrent for anyone thinking they can ride roughshod over the report’s recommendations or the duty of care owed to children by teachers, social workers and clinicians. Already, some politicians – who don’t appear to have even read the report – have stated that they will soon be consulting gender ideologues about next steps. They should be kicked out of their political party, triggering by-elections in order that their constituents – many of whom will be trying to support their gender-confused children – can kick them out of Parliament. Only one Labour MP has consistently and tirelessly spoken out against the misogyny inherent to gender ideology, and the colleagues who have bullied and defamed her should be investigated and face disciplinary action: to date, the party has neither protected her from harassment, bullying and defamatory allegations, nor taken the perpetrators to task. Clinicians who, at private clinics, handed out puberty blockers without adequate tests or examinations ought to be investigated. Class actions need to be taken against psychiatrists and doctors who set children on an irreversible pathway.

No hay duda de que el informe Cass, que lleva cuatro años preparándose, representa un momento decisivo. El emperador ha sido despojado de toda prenda de vestir y el castillo de naipes se ha derrumbado. Los políticos, médicos y otros ya no pueden decir con autoridad que recetar bloqueadores de la pubertad a niños con confusión de género es inofensivo o irreversible. Sabemos que en Gids se ha realizado un experimento médico perjudicial con nuestros niños más vulnerables. Pero ¿cómo garantizamos un cambio real y duradero? Las consecuencias graves son imprescindibles y, a su vez, actuarán como disuasivo para cualquiera que piense que puede ignorar las recomendaciones del informe o el deber de cuidado que los maestros, trabajadores sociales y médicos deben a los niños. Algunos políticos –que ni siquiera parecen haber leído el informe– ya han declarado que pronto consultarán a ideólogos de género sobre los próximos pasos. Deberían ser expulsados ​​de su partido político, provocando elecciones parciales para que sus electores –muchos de los cuales intentarán apoyar a sus hijos con confusión de género– puedan expulsarlos del Parlamento.Sólo una parlamentaria laborista se ha pronunciado constante e incansablemente contra la misoginia inherente a la ideología de género, y los colegas que la han acosado y difamado deberían ser investigados y enfrentarse a medidas disciplinarias: hasta la fecha, el partido no la ha protegido del acoso, la intimidación y la difamación. acusaciones ni castigar a los autores. Se debe investigar a los médicos que, en clínicas privadas, distribuyeron bloqueadores de la pubertad sin pruebas o exámenes adecuados. Es necesario emprender acciones colectivas contra los psiquiatras y médicos que colocan a los niños en un camino irreversible.