Last week, Milei announced that the country had recorded its first quarterly budget surplus since 2008, a modest 0.2pc of GDP, but still an astonishing achievement in such a short space of time, especially for a country that has run deficits for 113 of the last 123 years. Then, earlier this week, the central bank, which Milei has not yet gotten around to abolishing as he pledged, cut interest rates for the third time in three weeks. While they are still at an eye-watering 50pc, that will start to feed through into the economy very soon. Investors have started to notice. According to Bloomberg data, in the blue-chip swap market the peso was the best-performing currency in the world in the first quarter of this year, and the bond markets are rallying as well. It may also get better over the months ahead. With stabilising prices, and a rising currency, investment should start flowing again into a country rich in natural resources and hyper-competitive on wages costs. If Milei can make good on his promise to unlock the country’s vast reserves of shale oil and gas – using technologies that have proved safe and successful in the US – then the economy could even start to boom. If so, Argentina would be defying a global economic establishment addicted to bigger government, more regulation, and rising deficits. We keep being lectured, not least by the shadow chancellor Rachel Reeves, and by President Biden and his acolytes in the United States, on the need for an active state, an industrial strategy, and more borrowing to pay for investment, and that regulation is the key to industrial and economic leadership, not its enemy. The IMF, meanwhile, was too often a huge cheerleader for the failed Argentinian administrations of the past, extending the biggest loans in its history to the country.

La semana pasada, Milei anunció que el país había registrado su primer superávit presupuestario trimestral desde 2008, un modesto 0,2 por ciento del PIB, pero sigue siendo un logro sorprendente en un espacio de tiempo tan corto, especialmente para un país que ha tenido déficits durante 113 de los años. últimos 123 años. Luego, a principios de esta semana, el banco central, que Milei aún no ha decidido abolir como prometió, recortó las tasas de interés por tercera vez en tres semanas. Si bien todavía se encuentran en un sorprendente 50%, eso comenzará a reflejarse en la economía muy pronto. Los inversores han empezado a darse cuenta. Según datos de Bloomberg, en el mercado de swaps de primera línea el peso fue la moneda de mejor desempeño del mundo en el primer trimestre de este año, y los mercados de bonos también se están recuperando. También puede mejorar en los próximos meses. Con precios estabilizados y una moneda en alza, la inversión debería comenzar a fluir nuevamente hacia un país rico en recursos naturales e hipercompetitivo en costos salariales. Si Milei puede cumplir su promesa de liberar las vastas reservas de petróleo y gas de esquisto del país –utilizando tecnologías que han demostrado ser seguras y exitosas en Estados Unidos– entonces la economía podría incluso comenzar a crecer. De ser así, Argentina estaría desafiando a un establishment económico global adicto a un gobierno más grande, más regulación y déficits crecientes.Seguimos siendo sermoneados, en particular por la canciller en la sombra Rachel Reeves, y por el presidente Biden y sus acólitos en Estados Unidos, sobre la necesidad de un Estado activo, una estrategia industrial y más endeudamiento para pagar las inversiones, y esa regulación es la clave para el liderazgo industrial y económico, no su enemigo. Mientras tanto, el FMI fue con demasiada frecuencia un gran animador de las administraciones argentinas fallidas del pasado, otorgando al país los mayores préstamos de su historia.