Michael Deacon Columnist 24 August 2024 • 7:00am Michael Deacon A helmet is seen on a bike during the "Hamburg Harley Days" Trendy Left-wing opinions may be tiresome. But they do have one upside. Which is that, like all else in fashion, they’re sure to go out of style. One moment, some insufferable progressive notion is all the rage; the next, it’s shoved in the back of the wardrobe, never to see daylight again. And the good news is, this appears to be what’s happening to DEI. Diversity, Equity and Inclusion is a radical progressive ideology that, in recent years, has held countless Western institutions in its miserable grip. This week, however, there have been multiple signs that, all of a sudden, the grip is finally loosening. Harley-Davidson has just ditched its diversity targets. Jack Daniel’s, too. The University of Kentucky has said it’s disbanding its diversity office. Meanwhile, meritocracy has been restored to the admissions process at elite US universities. New figures show that, since race-based “affirmative action” was banned by the Supreme Court, the proportion of Asian American students at Massachusetts Institute of Technology has shot up, while that of African American students has slumped. (This is the trouble with “affirmative action”: while benefiting one minority, it can unwittingly penalise another.) Of course, all these examples are from the US. But since, these days, British elites slavishly follow all the latest American trends, DEI must be doomed over here, too. The most pernicious element of DEI is surely “equity”: the idea that inequality of outcomes between groups can only be explained by injustice. Is this true? It’s just that, in the men’s 100m Olympic final, not one runner was white. Presumably this means white runners are victims of injustice, and should have been included in the final via affirmative action. Still, now DEI is dying, I suppose they’ll just have to run faster, instead. Brazil nut Ed Miliband, the Energy Secretary, was in Brazil this week for talks on the urgent need to tackle climate change. Good for him. I have just one question. How did he get there? According to the National Rail website, there are no direct trains between London and Rio de Janeiro. Nor, to my knowledge, is there a cycle route or a reliable bus service. I suppose Mr Miliband could have swum. But even if he’d managed to maintain the average human swimming speed of two miles an hour the entire way, without a single break, the journey would have taken him almost four months. Meaning that he would have had to set off two and a half months before he was appointed. Having eliminated all the alternatives, therefore, I can only conclude that, in order to attend this vital meeting about the dangers of climate change, the Energy Secretary undertook the 5,500-mile journey by plane. A perfectly sound and sensible decision. If I wanted to go to Brazil, that’s the method I would choose, too. All the same, I do wonder whether, when the trip was being arranged, it crossed Mr Miliband’s mind to say: “Hey, chaps. You know how these talks with the Brazilians are going to be about cutting carbon emissions? And you know how I like to post messages on social media boasting that we’re ‘leading global efforts to tackle the climate crisis’? Well, how about, in order to set an example to the wider public, we don’t fly half way round the world for a meeting, but instead just chat to the Brazilians by Zoom?” It would certainly have been an idea worth exploring. On the other hand, though, flying half way round the world for a meeting must make a politician feel terribly glamorous and important, and you can’t put a price on that. This have-a-go hero has got some bottle Truly, a story to make the heart sing. A burglar in his 30s broke into the home of a 75-year-old man in Nottinghamshire – only to be sent packing when his intended victim walloped him over the head with an empty gin bottle. Magnificent. In my view, there’s an important lesson here not only for the burglar (who has just been sentenced to over two years in prison), but for the rest of us. Temperance killjoys are always droning that alcohol is terrible for our health. But, as this septuagenarian hero has so majestically demonstrated, it can potentially save your life. The episode reminds me of a wonderful story from 2001. One night, two burglars broke into an expensive-looking home in Lancashire. Their entry, however, awoke the home’s owner – which was especially unfortunate for them, because he just happened to be Duncan Ferguson. A 6’4” centre-forward for Rangers, Everton and Newcastle United, Mr Ferguson was perhaps the most terrifying footballer of the 1990s. Put it like this: he once committed a foul so bad that it earned him a three-month prison sentence. At any rate, one of the burglars managed to flee. But the other ended up spending three days in hospital. Even then, he can count himself lucky, given that, after beating him up

miguel diácono Columnista 24 de agosto de 2024 • 7:00 a.m. miguel diácono Se ve un casco en una bicicleta durante los "Hamburg Harley Days" Las opiniones de moda de la izquierda pueden resultar aburridas. Pero tienen una ventaja. Y es que, como todo en la moda, seguro que pasan de moda. En un momento, alguna noción progresista insufrible está de moda; al siguiente, lo guardan en el fondo del armario y nunca más vuelve a ver la luz del día. Y la buena noticia es que esto parece ser lo que le está sucediendo a DEI. Diversidad, Equidad e Inclusión es una ideología progresista radical que, en los últimos años, ha mantenido en sus miserables garras a innumerables instituciones occidentales. Esta semana, sin embargo, ha habido múltiples señales de que, de repente, el control finalmente se está aflojando. Harley-Davidson acaba de abandonar sus objetivos de diversidad. Jack Daniel's también. La Universidad de Kentucky ha dicho que va a disolver su oficina de diversidad. Mientras tanto, se ha restablecido la meritocracia en el proceso de admisión en las universidades de élite de Estados Unidos. Nuevas cifras muestran que, desde que la Corte Suprema prohibió la “acción afirmativa” basada en la raza, la proporción de estudiantes asiático-americanos en el Instituto de Tecnología de Massachusetts se ha disparado, mientras que la de estudiantes afroamericanos se ha desplomado.(Éste es el problema de la “acción afirmativa”: si bien beneficia a una minoría, puede penalizar involuntariamente a otra). Por supuesto, todos estos ejemplos son de Estados Unidos. Pero dado que hoy en día las elites británicas siguen servilmente las últimas tendencias estadounidenses, DEI también debe estar condenada al fracaso aquí. El elemento más pernicioso de la DEI es sin duda la “equidad”: la idea de que la desigualdad de resultados entre grupos sólo puede explicarse por la injusticia. ¿Es esto cierto? Lo que pasa es que en la final olímpica masculina de 100 metros ningún corredor era blanco. Presumiblemente, esto significa que los corredores blancos son víctimas de una injusticia y deberían haber sido incluidos en la final mediante acción afirmativa. Aún así, ahora que DEI está muriendo, supongo que tendrán que correr más rápido. nuez de Brasil Ed Miliband, el Secretario de Energía, estuvo en Brasil esta semana para conversar sobre la urgente necesidad de abordar el cambio climático. Bien por él. Sólo tengo una pregunta. ¿Cómo llegó allí? Según el sitio web de National Rail, no hay trenes directos entre Londres y Río de Janeiro. Que yo sepa, tampoco existe una ruta ciclista ni un servicio de autobús fiable. Supongo que el señor Miliband podría haber nadado. Pero incluso si hubiera logrado mantener la velocidad promedio de natación humana de dos millas por hora durante todo el camino, sin un solo descanso, el viaje le habría llevado casi cuatro meses.Es decir, habría tenido que partir dos meses y medio antes de ser nombrado. Por lo tanto, habiendo eliminado todas las alternativas, sólo puedo concluir que, para asistir a esta reunión vital sobre los peligros del cambio climático, el Secretario de Energía emprendió el viaje de 5.500 millas en avión. Una decisión perfectamente sensata y sensata. Si quisiera ir a Brasil, ese sería el método que elegiría también. De todos modos, me pregunto si, cuando se estaba organizando el viaje, se le pasó por la cabeza al señor Miliband decir: “Hola, muchachos. ¿Sabes cómo serán estas conversaciones con los brasileños sobre la reducción de las emisiones de carbono? ¿Y sabes que me gusta publicar mensajes en las redes sociales alardeando de que estamos “liderando los esfuerzos globales para abordar la crisis climática”? Bueno, ¿qué tal si, para dar ejemplo al público en general, no volamos al otro lado del mundo para una reunión, sino que simplemente charlamos con los brasileños a través de Zoom?” Sin duda habría sido una idea que valdría la pena explorar. Por otro lado, sin embargo, volar al otro lado del mundo para asistir a una reunión debe hacer que un político se sienta terriblemente glamoroso e importante, y a eso no se le puede poner precio. Este héroe tiene algo de botella. En verdad, una historia para hacer cantar el corazón.Un ladrón de unos 30 años irrumpió en la casa de un hombre de 75 años en Nottinghamshire, sólo para ser expulsado cuando su víctima prevista lo golpeó en la cabeza con una botella de ginebra vacía. Magnífico. En mi opinión, aquí hay una lección importante no sólo para el ladrón (que acaba de ser sentenciado a más de dos años de prisión), sino para el resto de nosotros. Los aguafiestas de la templanza siempre dicen que el alcohol es terrible para nuestra salud. Pero, como ha demostrado tan majestuosamente este héroe septuagenario, potencialmente puede salvarle la vida. El episodio me recuerda una maravillosa historia de 2001. Una noche, dos ladrones irrumpieron en una casa de aspecto caro en Lancashire. Sin embargo, su entrada despertó al dueño de la casa, lo cual fue especialmente desafortunado para ellos, porque resultó ser Duncan Ferguson. Ferguson, un delantero centro de 6'4" de los Rangers, Everton y Newcastle United, fue quizás el futbolista más aterrador de la década de 1990. Digámoslo así: una vez cometió una falta tan grave que le valió una sentencia de tres meses de prisión. De todos modos, uno de los ladrones logró darse a la fuga. Pero el otro acabó pasando tres días en el hospital. Incluso entonces, puede considerarse afortunado, dado que, después de golpearlo