It was the insistent questioning of my four-year-old grandson that goaded me into it. “Why is your tummy so big” he asked with a faux innocence belied by the knowing look in his eye. A good observation and an even better question, I thought, and resolved to do something about it. I am not a massive eater or drinker and never snack but getting weight off as you get older is hard. Think about it. From the age of 20 you only needed to accumulate one pound a year to be three stone heavier in your 60s. Holding back that one pound is possible only with constant dieting or inherited serendipity. My father was the same weight throughout his life well into his 80s and he ate like a horse so there was no genetic predisposition to gain weight, just a more indolent lifestyle, much of it spent sitting at a computer for hours on end. Let’s face it, years of heavy lunching as a political journalist didn’t help either. I have lost weight many times through various diets – 5:2, Atkins, 18-hour fasts etc – but never stuck with them because as I shed the pounds I did not want to be on a permanent diet, which is essentially what is needed. So when these magic weight loss drugs came onto the market I became interested, especially when I saw the effects on people who had taken them, both friends and colleagues. Some had lost two or three stones in as many months. A miracle! I did some online research and ordered a batch of tirzepatide, an injectable drug produced by the US pharma giant Eli Lilly and marketed under the brand name Mounjaro. It was remarkably easy to obtain given that I am not obese (though the absurd BMI rating might suggest otherwise) and nor do I have diabetes or any pre-diabetic markers judging by annual blood tests. Questions were asked, a judgment reached by “a team of clinical experts” and the drugs were on their way, while £220 went flying out of my bank account for one month’s supply. They are not cheap and are only available on the NHS to those who have been referred to specialist clinics,

Fue el insistente interrogatorio de mi nieto de cuatro años lo que me incitó a hacerlo. "¿Por qué tienes la barriga tan grande?", Preguntó con una falsa inocencia desmentida por la mirada de complicidad en sus ojos. Una buena observación y una pregunta aún mejor, pensé, y resolví hacer algo al respecto. No soy un gran comedor ni bebedor y nunca tomo bocadillos, pero perder peso a medida que envejezco es difícil. Piénselo. A partir de los 20 años, sólo necesitabas acumular una libra al año para pesar tres kilos más a los 60. Retener esa libra sólo es posible con una dieta constante o con una casualidad heredada. Mi padre tuvo el mismo peso durante toda su vida hasta los 80 años y comía como un caballo, por lo que no había una predisposición genética a ganar peso, solo un estilo de vida más indolente, gran parte del cual lo pasaba sentado frente a una computadora durante horas y horas. Seamos realistas, años de abundantes almuerzos como periodista político tampoco ayudaron. He perdido peso muchas veces a través de varias dietas (5:2, Atkins, ayunos de 18 horas, etc.), pero nunca las seguí porque mientras perdía kilos no quería estar en una dieta permanente, que es esencialmente lo que necesito. . Entonces, cuando estos medicamentos mágicos para bajar de peso salieron al mercado, me interesé, especialmente cuando vi los efectos en las personas que los habían tomado, tanto amigos como colegas. Algunos habían perdido dos o tres piedras en otros tantos meses. ¡Un milagro!Investigué un poco en línea y pedí un lote de tirzepatida, un medicamento inyectable producido por el gigante farmacéutico estadounidense Eli Lilly y comercializado bajo la marca Mounjaro. Fue notablemente fácil de obtener dado que no soy obeso (aunque la absurda calificación del IMC podría sugerir lo contrario) y tampoco tengo diabetes ni ningún marcador prediabético a juzgar por los análisis de sangre anuales. Se hicieron preguntas, “un equipo de expertos clínicos llegó a un juicio” y los medicamentos estaban en camino, mientras que 220 libras esterlinas salían volando de mi cuenta bancaria por el suministro para un mes. No son baratos y sólo están disponibles en el NHS para quienes han sido remitidos a clínicas especializadas.