One reason the police officers who turned up at Allison Pearson’s door on Remembrance Sunday refused to tell her what they were investigating her for might be that they didn’t want her to burst out laughing. That was the reaction of barrister Sarah Phillimore three years ago when she learnt that the police were investigating her for a tweet in which she described her cat as a Methodist. Was she guilty of stirring up hatred against a group based on their religion, a criminal offence under the Public Order Act? In the end, the police concluded her comment wasn’t in fact a “hate crime”, but recorded it as a “non-crime hate incident” (NCHI). This particular form of policing – dutifully recording “non-crimes” – is more widespread than you’d think. According to FOI requests submitted by The Telegraph in 2019, the police in England and Wales had recorded 119,934 NCHIs since 2014 when the concept was first devised by the College of Policing, and that number has probably doubled since then. That’s an average of about 65 a day. Little wonder that in parts of Essex, where Pearson lives, 93 per cent of car-related crimes last year went without a single suspect being identified. NCHIs sound like something out of Nineteen Eighty-Four, but the writer who deserves the most credit for anticipating them is Philip K Dick, who came up with the concept of “pre-crime” in Minority Report, his 1956 novella that later became a film starring Tom Cruise. In Dick’s nightmarish society of the future, specially trained telepaths are able to foresee serious crimes and a division of the police is tasked with arresting the “perpetrators” before they have a chance to commit them. NCHIs are a form of “pre-crime”, with the idea being that if you put the frighteners on someone guilty of saying something “hateful”, but which isn’t against the law, you deter them from taking the next step, which would be to commit a hate crime.

Una de las razones por las que los agentes de policía que se presentaron en la puerta de Allison Pearson el Domingo del Recuerdo se negaron a decirle por qué la estaban investigando podría ser que no querían que se echara a reír. Esa fue la reacción de la abogada Sarah Phillimore hace tres años cuando supo que la policía la estaba investigando por un tweet en el que describía a su gato como metodista. ¿Era culpable de incitar al odio contra un grupo basado en su religión, delito penal previsto en la Ley de Orden Público? Al final, la policía concluyó que su comentario no era en realidad un “crimen de odio”, sino que lo registró como un “incidente de odio no delictivo” (NCHI). Esta forma particular de vigilancia (registrar diligentemente los “no delitos”) está más extendida de lo que se podría pensar. Según las solicitudes de libertad de información presentadas por The Telegraph en 2019, la policía de Inglaterra y Gales había registrado 119.934 NCHI desde 2014, cuando el concepto fue ideado por primera vez por la Facultad de Policía, y ese número probablemente se ha duplicado desde entonces. Eso es un promedio de alrededor de 65 por día. No es de extrañar que en partes de Essex, donde vive Pearson, el 93 por ciento de los delitos relacionados con automóviles el año pasado transcurrieran sin que se identificara a un solo sospechoso.Los NCHI suenan como algo sacado de 1984, pero el escritor que merece el mayor crédito por anticiparlos es Philip K. Dick, a quien se le ocurrió el concepto de “pre-crimen” en Minority Report, su novela de 1956 que luego se convirtió en un Película protagonizada por Tom Cruise. En la sociedad de pesadilla del futuro de Dick, telépatas especialmente entrenados son capaces de prever crímenes graves y una división de la policía tiene la tarea de arrestar a los "perpetradores" antes de que tengan la oportunidad de cometerlos. Los NCHI son una forma de “precrimen”, con la idea de que si asustas a alguien culpable de decir algo “odioso”, pero que no va contra la ley, lo disuades de dar el siguiente paso, lo que Sería cometer un delito de odio.