Murnau was the first to make the vampire a creature lethally vulnerable to the sun. Orlok was also a spectre from the recent hell of World War I, casting his spindly shadow across Europe. His army of vermin, and rodent-like features, recalled the trench rats that had all too recently carried plague – typhus, and trench fever – across the continent. The ensuing Spanish flu epidemic made a worldwide dread of disease into the ruling horror of the age. Schreck’s bloodsucker, then, was a kind of Rat King, embodying a primal fear of “foreign contagion”, according to the critic J Hoberman, who also identifies some potentially anti-Semitic tropes in the design of the character: he’s “an ancient, tremendously powerful creature, a sort of humanoid rodent given an imposing hooked nose, who communicates with his minions in a mysterious code, which includes several Hebrew letters as well as the Star of David”. Neither Schreck nor the equally non-Jewish Murnau, who was openly homosexual, survived to see the rise of the Nazis. Indeed, the rising paranoia of Weimar Germany led Murnau to emigrate to Hollywood in 1926, where he enjoyed great acclaim with the Oscar-winning Sunrise (1927), before dying, aged 42, in a car crash near Santa Barbara in 1931. Perhaps if Max Schreck’s acting career had outlived Nosferatu in more substantial ways, some of this accrued mystique would have been laid to rest sooner. True, he earned at least three dozen more acting credits before his sudden death in 1936, aged just 56. But these parts ranged from minor to minuscule. He often appeared for mere seconds as an extra, for instance in the Peter Lorre vehicle The Trunks of Mr O.F. (1931) and the crime comedy Peter Voss, Thief of Millions (1932).

Murnau fue el primero en hacer del vampiro una criatura letalmente vulnerable al sol. Orlok también fue un espectro del reciente infierno de la Primera Guerra Mundial, proyectando su delgada sombra por toda Europa. Su ejército de alimañas y sus rasgos parecidos a los de los roedores recordaban a las ratas de trinchera que recientemente habían propagado la peste (tifus y fiebre de las trincheras) por todo el continente. La consiguiente epidemia de gripe española convirtió el temor mundial a la enfermedad en el horror dominante de la época. El chupasangre de Schreck, entonces, era una especie de Rey Rata, que encarnaba un miedo primario al “contagio extranjero”, según el crítico J. Hoberman, quien también identifica algunos tropos potencialmente antisemitas en el diseño del personaje: es “un anciano, criatura tremendamente poderosa, una especie de roedor humanoide con una imponente nariz aguileña, que se comunica con sus secuaces mediante un código misterioso, que incluye varias letras hebreas además de la estrella de David”. Ni Schreck ni Murnau, igualmente no judío y abiertamente homosexual, sobrevivieron para presenciar el ascenso de los nazis. De hecho, la creciente paranoia de la Alemania de Weimar llevó a Murnau a emigrar a Hollywood en 1926, donde gozó de gran éxito con la película ganadora del Oscar Sunrise (1927), antes de morir, a los 42 años, en un accidente automovilístico cerca de Santa Bárbara en 1931.Quizás si la carrera como actor de Max Schreck hubiera sobrevivido a Nosferatu de manera más sustancial, parte de esta mística acumulada habría desaparecido antes. Es cierto que obtuvo al menos tres docenas de créditos de actuación más antes de su repentina muerte en 1936, con sólo 56 años. Pero esos papeles iban desde menores hasta minúsculos. A menudo aparecía durante unos segundos como extra, por ejemplo en el vehículo de Peter Lorre The Trunks of Mr O.F. (1931) y la comedia criminal Peter Voss, el ladrón de millones (1932).