nyone buying into the thesis that Schreck was a real-life member of the undead must relish this ghoulish coincidence. For decades, he had no grave marker of his own, and Pauline’s was weathered and forgotten, like many others, until the historian Peter Hahn, an expert on German cemeteries, discovered the site in 2011, by poring over records and maps. A marker was finally placed there, with Schreck’s name and the simple inscription “Schauspieler” – “actor”. To mark the 80th anniversary of his death in 2016, a memorial was held, with a trombone soloist playing a dirge. Fun and games with the “real vampire” rumour were revived in the 2000 curio Shadow of the Vampire, which starred an Oscar-nominated Willem Dafoe as Schreck, opposite John Malkovich as Murnau. That film prints the legend and wildly distorts both characters, depicting Murnau as a crazed despot (not at all true) and Schreck as, well, a vampire. And, for some reason, an eccentric Russian one. Murnau hides him away from the rest of the ensemble, can only film him at night, and turns a blind eye as he pounces on the necks of various cast and crew. This is perhaps not the legacy that Schreck, whose tendencies towards Method acting certainly didn’t go that far, might have chosen. His preference was to vanish into anonymity. He’d have achieved this – with no shot at immortality at all – if it weren’t for this one, spine-chilling performance. That unmarked grave would still be unmarked, if not overgrown entirely. Nosferatu is in cinemas from January 1

Cualquiera que acepte la tesis de que Schreck era un miembro real de los no-muertos debe disfrutar de esta macabra coincidencia. Durante décadas, no tuvo ninguna lápida propia, y la de Pauline fue erosionada y olvidada, como muchas otras, hasta que el historiador Peter Hahn, experto en cementerios alemanes, descubrió el sitio en 2011, estudiando minuciosamente registros y mapas. Finalmente se colocó allí un cartel con el nombre de Schreck y la sencilla inscripción “Schauspieler” – “actor”. Para conmemorar el 80 aniversario de su muerte en 2016, se celebró un homenaje con un trombón solista tocando un canto fúnebre. La diversión y los juegos con el rumor del “vampiro real” revivieron en la curiosa película de 2000 La sombra del vampiro, protagonizada por Willem Dafoe, nominado al Oscar, como Schreck, junto a John Malkovich como Murnau. Esa película imprime la leyenda y distorsiona salvajemente a ambos personajes, retratando a Murnau como un déspota enloquecido (nada cierto) y a Schreck como, bueno, un vampiro. Y, por alguna razón, un ruso excéntrico. Murnau lo esconde del resto del elenco, solo puede filmarlo de noche y hace la vista gorda mientras se abalanza sobre el cuello de varios actores y equipos. Quizás este no sea el legado que Schreck, cuyas tendencias hacia la actuación del Método ciertamente no llegaron tan lejos, podría haber elegido. Prefería desaparecer en el anonimato.Habría logrado esto, sin ninguna posibilidad de inmortalidad, si no fuera por esta actuación escalofriante. Esa tumba sin nombre seguiría sin nombre, si no cubierta por completo de maleza. Nosferatu llega a los cines a partir del 1 de enero