Honda brought down the curtain on its Swindon plant in 2021, blaming a need to “accelerate” its “electrification strategy” and “restructure” the Japanese outfit’s “global operations accordingly”. Ford announced in 2023 that there would be 1,300 job losses in the UK, blaming the uncertain economic backdrop and electrification. We were told Britain could become a leader in battery technology, only for hopeful Britishvolt to collapse in short order. Meanwhile, our multi-billion pound chemicals industry is facing “extinction”, Ineos chairman Sir Jim Ratcliffe has this week warned, because of soaring energy costs and the shift to net zero. And what are we “gaining”? A green jobs revolution based on the flawed premise that job destruction in “old” industries will be more than offset by positions in shiny new green industries. Yet there is no pool of skilled workers with the requisite skills from which businesses can pluck talent. Those working in oil and gas cannot retrain and relocate overnight. And jobs are a cost, one which is now even higher given Labour’s NICs hike. We’ll get EVs many of us cannot afford, and which the grid will struggle to support. We’ll get expensive heat pumps, which are unsuitable for much of our elderly housing stock. Just today, Miliband conceded these heaters may never be as cheap as gas boilers. We’ll carpet our countryside in solar panels, producing energy which is cheap only when the sun is shining. We’ll carve up our fields with wind turbines, producing energy which is cheap only when the wind is blowing. The only current solution to intermittency is the alternative energy sources even the Climate Change Committee concedes must be part of our transition. The pattern is tediously familiar. Grandiose claims are made about the economic opportunities of the net-zero crusade, about “clean and cheap and abundant” energy, only for evidence to emerge casting them into serious doubt. Energy bills won’t be reduced by £300, as Miliband promised: they’re going up. Renewables aren’t bringing down costs, at least not yet: Britain has the highest industrial energy costs of anywhere in the world. And when challenged, advocates traduce those raising concerns about trade-offs as reckless culture warriors. And as they continue on their “mission-led” path, they seemingly ignore evidence which might persuade them to course correct. As shadow energy secretary Claire Coutinho last week tweeted, Miliband “has axed the full system costs of renewables [she] initiated last year. Bad data is at the heart of bad policy. [The Energy Department’s] existing models are badly flawed. They look at an inch of the elephant – wholesale costs, rather than the whole beast – cost of back up, storage and constraints. We will not get cheaper energy until Ministers can make decisions based on the right figures.” Eco-activists don’t want to know the truth. They don’t want to accept that the answers will lie with human ingenuity and resourcefulness, preferring instead to regulate our personal mobility, housing, heating, education, diets and holidays. There will be many more casualties to come.

Honda bajó el telón de su planta de Swindon en 2021, culpando a la necesidad de “acelerar” su “estrategia de electrificación” y “reestructurar” las “operaciones globales en consecuencia” de la empresa japonesa. Ford anunció en 2023 que se perderían 1.300 puestos de trabajo en el Reino Unido, culpando al incierto contexto económico y a la electrificación. Nos dijeron que Gran Bretaña podría convertirse en líder en tecnología de baterías, sólo para que el esperanzado Britishvolt colapsara en poco tiempo. Mientras tanto, nuestra industria química de miles de millones de libras se enfrenta a la “extinción”, advirtió esta semana el presidente de Ineos, Sir Jim Ratcliffe, debido al aumento vertiginoso de los costos de la energía y el cambio a cero emisiones netas. ¿Y qué estamos “ganando”? Una revolución de los empleos verdes basada en la premisa errónea de que la destrucción de empleos en industrias “antiguas” será más que compensada por posiciones en industrias verdes nuevas y brillantes. Sin embargo, no existe una reserva de trabajadores calificados con las habilidades necesarias para que las empresas puedan captar talento. Quienes trabajan en el petróleo y el gas no pueden volver a capacitarse y reubicarse de la noche a la mañana. Y los empleos son un costo, que ahora es aún mayor dado el aumento de los NIC laboristas. Tendremos vehículos eléctricos que muchos de nosotros no podemos permitirnos y que la red tendrá dificultades para soportar. Obtendremos costosas bombas de calor, que no son adecuadas para gran parte de nuestro parque de viviendas para personas mayores.Precisamente hoy, Miliband admitió que es posible que estos calentadores nunca sean tan baratos como las calderas de gas. Cubriremos nuestro campo con paneles solares, produciendo energía que sólo es barata cuando brilla el sol. Repartiremos nuestros campos con turbinas eólicas, produciendo energía que sólo es barata cuando sopla el viento. La única solución actual a la intermitencia son las fuentes de energía alternativas que incluso el Comité de Cambio Climático reconoce que deben ser parte de nuestra transición. El patrón es tediosamente familiar. Se hacen afirmaciones grandilocuentes sobre las oportunidades económicas de la cruzada net-zero, sobre energía “limpia, barata y abundante”, sólo para que surjan pruebas que las pongan en serias dudas. Las facturas de energía no se reducirán en £300, como prometió Miliband: están subiendo. Las energías renovables no están reduciendo los costos, al menos no todavía: Gran Bretaña tiene los costos de energía industrial más altos del mundo. Y cuando se les cuestiona, los defensores interpretan a quienes expresan preocupaciones sobre las compensaciones como guerreros culturales imprudentes. Y a medida que continúan su camino “dirigido por una misión”, aparentemente ignoran la evidencia que podría persuadirlos a corregir el rumbo. Como tuiteó la semana pasada la secretaria de energía en la sombra, Claire Coutinho, Miliband “ha reducido todos los costos del sistema de energías renovables que [ella] inició el año pasado. Los datos incorrectos son el núcleo de las malas políticas. Los modelos existentes [del Departamento de Energía] tienen graves defectos.Miran una pulgada del elefante (costos mayoristas, en lugar de toda la bestia), costo de respaldo, almacenamiento y limitaciones. No conseguiremos energía más barata hasta que los ministros puedan tomar decisiones basadas en las cifras correctas”. Los ecoactivistas no quieren saber la verdad. No quieren aceptar que las respuestas recaerán en el ingenio y el ingenio humanos, prefiriendo en cambio regular nuestra movilidad personal, vivienda, calefacción, educación, dietas y vacaciones. Habrá muchas más víctimas por venir.