You enter through an unmarked black door to the left of the official entrance. From there, it’s through a bare concrete space and up some steps. Past a door and into a room bursting with boxes and flight cases and folders, then up a spiral staircase and into another room. This one is filled with guitars and amplifiers and records and CDs. It’s a little less cluttered, and the purpose of the place more evident. “It gets tidier the further up we go,” says The The frontman Matt Johnson, 63 years old and dressed on a hot late August morning as though he’s just arrived to open up his nightclub for the Saturday trade: pinstripe black shirt, black trousers, and buckled boots that disappear far up his legs. Another spiral staircase to the fourth floor opens up to a home. The piles now are of books, and shelves are groaning with them. A long run of old Graham Greenes fills most of one shelf. Johnson makes for the brown leather sofa and matching armchair. I presume the whole place extends further up – for he has to sleep somewhere, and this place in Shoreditch in east London has been Johnson’s workplace and home for more than four decades. For 45 years, Matt Johnson has been the sole constant of The The, which has operated as a shifting collective playing his songs – its members at various times including the composer Simon Fisher Turner, Johnny Marr fresh from the Smiths, and former David Bowie bassist Gail Ann Dorsey. Currently, Johnson has a settled four-piece band behind him. In the early Eighties they were perhaps best known for a couple of gorgeous minor hits – the melancholy but uplifting synth-pop gem “This Is the Day” and “Uncertain Smile”, a near-perfect psychedelic guitar pop song. Then, in 1986, on their second record, Infected, Johnson reemerged as a prophet of catastrophe. Its first single “Heartland” portrayed a Britain of “raped” pensioners and “piss-stinking shopping centres” before its repeated conclusion that “this is the 51st state of the USA”. Infected didn’t get much cheerier thereafter. It cemented Johnson’s image as pop’s harbinger of doom, even as he appeared on Top of the Pops in front of dancing teenagers. “I probably created this problem for myself,” Johnson says now, legs crossed, an arm across the back of his sofa. “I’m seen as a political songwriter, but I write mainly about love and life and loss. The thing is with politics, it can be too specific, and it comes across as preaching, which was not my intention.”

Entras por una puerta negra sin marcar a la izquierda de la entrada oficial. A partir de ahí, es a través de un espacio de concreto desnudo y sube algunos pasos. Más allá de una puerta y en una habitación llena de cajas y fundas de vuelo y carpetas, luego sube una escalera de caracol y en otra habitación. Este está lleno de guitarras, amplificadores y registros y CD. Es un poco menos desordenado, y el propósito del lugar es más evidente. "Se pone más bien cuanto más arriba vamos", dice el líder Matt Johnson, de 63 años y vestido con una calurosa mañana de finales de agosto, como si hubiera llegado para abrir su club nocturno para el intercambio del sábado: camisa negra de rayas, pantalones negros , y las botas abrochadas que desaparecen en sus piernas. Otra escalera de caracol hasta el cuarto piso se abre a una casa. Las pilas ahora son de libros, y los estantes gimen con ellas. Una larga serie de viejos Graham Grenes llena la mayor parte de un estante. Johnson crea el sofá de cuero marrón y el sillón a juego. Supongo que todo el lugar se extiende más arriba, ya que tiene que dormir en algún lugar, y este lugar en Shoreditch en el este de Londres ha sido el lugar de trabajo y el hogar de Johnson durante más de cuatro décadas.Durante 45 años, Matt Johnson ha sido la única constante de The The, que ha operado como un colectivo cambiante tocando sus canciones, sus miembros en varias ocasiones, incluido el compositor Simon Fisher Turner, Johnny Marr, Fresh of the Smiths, y el ex bajista de David Bowie Gail Ann Dorsey. Actualmente, Johnson tiene una banda establecida de cuatro piezas detrás de él. A principios de los años ochenta, quizás eran mejor conocidos por un par de hermosos éxitos menores: la melancolía pero la gema de sintetizador-pop "This Is the Day" y "Uncerty Smile", una canción pop psicodélica casi perfecta. Luego, en 1986, en su segundo récord, Infected, Johnson resurgió como un profeta de la catástrofe. Su primer sencillo "Heartland" retrató a una Gran Bretaña de pensionistas "violados" y "centros comerciales de meadas" antes de su conclusión repetida de que "este es el estado 51 de los Estados Unidos". Infected no se volvió mucho más alegre a partir de entonces. Cementó la imagen de Johnson como el presagio de la fatalidad de Pop, incluso cuando apareció en la cima de los Pops frente a los adolescentes bailarines. "Probablemente creé este problema para mí", dice Johnson ahora, las piernas cruzadas, un brazo sobre la parte posterior de su sofá. "Soy visto como un compositor político, pero escribo principalmente sobre el amor, la vida y la pérdida.La cuestión es con la política, puede ser demasiado específico, y parece una predicación, que no era mi intención ".