Change happens, according to the famous Hemingway quote about his bankruptcy, “gradually, then suddenly”. The same could now be said of the dismantling of gender ideology. Its moral bankruptcy, a decade of sterilising and mutilating children’s bodies, looks to be over. In the flurry of executive orders that Donald Trump has signed since re-entering the White House, here is the big one: prohibiting gender transitions for people under the age of 19. “It is the policy of the United States that it will not fund, sponsor, promote, assist, or support the so-called ‘transition’ of a child from one sex to another, and it will rigorously enforce all laws that prohibit or limit these destructive and life-altering procedures,” reads the executive order, entitled Protecting Children from Chemical and Surgical Mutilation. This means no more puberty blockers, no more operations, double mastectomies, castration, “facial feminisations” and all the rest of it. No more irreversible “gender affirming care”. The Democrats, still apparently stunned into stupor, appear to have no understanding of how this issue affected their loss in November’s election, and continue to defend the indefensible. All of this will now be fought out in court cases and arguments over Medicaid and insurance. How did we get to this? How did anyone think that telling children that they were born in the wrong body, and that those bodies could be surgically and chemically rearranged was sensible? But this is hardly the first time medics have caused harm. Lobotomies, for instance, don’t get good press these days. Severing the connection between the frontal lobes and the rest of the brain left many patients incontinent, unable to walk, communicate or feed themselves. More than 20,000 of these operations were carried out in the UK between the 1940s and the 1970s before they were stopped. They were carried out on people with depression, OCD, schizophrenia, aggressive tendencies and learning difficulties. In the United States, a particularly keen neurologist called Walter Freeman invented a quicker method of lobotomy where ice picks were hammered into the brain through the back of the eyes. This was done without the usual anaesthesia, just some electric shock treatment first. He operated on 3,500 patients including 19 children, the youngest of which was four. The doctors who did this thought of themselves as progressive, not as sadistic. They thought they were helping otherwise hopeless people. It’s important to remember this, when one reads the gory details, of trans surgery phalloplasties that have gone severely wrong. Or the creation of “neo-vaginas” that have to be dilated as the body tries to close the wound.

El cambio ocurre, según la famosa cita de Hemingway sobre su bancarrota, "gradualmente, y de repente". Ahora se podría decir lo mismo del desmantelamiento de la ideología de género. Su bancarrota moral, una década de esterilización y mutilación de los cuerpos de los niños, parece haber terminado. En la ráfaga de las órdenes ejecutivas que Donald Trump ha firmado desde que volvió a entrar en la Casa Blanca, aquí está la grande: prohibir las transiciones de género para personas menores de 19 años. "Es la política de los Estados Unidos que no financiará , patrocinador, promover, asistir o apoyar la llamada 'transición' de un niño de un sexo a otro, y hará cumplir rigurosamente todas las leyes que prohíben o limitan estos procedimientos destructivos y de alteración de la vida ", dice la orden ejecutiva,, se lee en la orden ejecutiva, Titulado Protección de niños de la mutilación química y quirúrgica. Esto no significa más bloqueadores de pubertad, no más operaciones, mastectomías dobles, castración, "feminizaciones faciales" y todo lo demás. No más "atención de afirmación de género" irreversible. Los demócratas, aún aparentemente aturdidos en el estupor, parecen no tener comprensión de cómo este problema afectó su pérdida en las elecciones de noviembre y continúa defendiendo lo indefendible. Todo esto ahora se librará en casos judiciales y argumentos sobre Medicaid y seguros. ¿Cómo llegamos a esto?¿Cómo pensó alguien que decirles a los niños que nacieron en el cuerpo equivocado y que esos cuerpos podían ser reorganizados quirúrgica y químicamente era sensato? Pero esta no es la primera vez que los médicos han causado daño. Las lobotomías, por ejemplo, no se pongan bien en estos días. Retir la conexión entre los lóbulos frontales y el resto del cerebro dejó a muchos pacientes incontinentes, incapaces de caminar, comunicarse o alimentarse. Más de 20,000 de estas operaciones se llevaron a cabo en el Reino Unido entre la década de 1940 y la década de 1970 antes de que se detuvieran. Se llevaron a cabo en personas con depresión, TOC, esquizofrenia, tendencias agresivas y dificultades de aprendizaje. En los Estados Unidos, un neurólogo particularmente entusiasta llamado Walter Freeman inventó un método de lobotomía más rápido donde las selecciones de hielo fueron golpeadas en el cerebro a través de la parte posterior de los ojos. Esto se hizo sin la anestesia habitual, solo un tratamiento de descargas eléctricas primero. Operó en 3.500 pacientes, incluidos 19 niños, el más joven de los cuales era cuatro. Los médicos que hicieron esto pensaron en sí mismos como progresivos, no tan sádicos. Pensaron que estaban ayudando a personas sin esperanza. Es importante recordar esto, cuando uno lee los detalles sangrientos, de las falplastias de cirugía trans que se han equivocado. O la creación de "neo-vaginas" que deben dilatarse a medida que el cuerpo intenta cerrar la herida.