Indeed, several scientists have sought to play down Prof Hansen’s latest conclusion that cutting shipping emissions, and in turn improving air pollution, was a primary driver of global warming. The British scientist Gavin Schmidt, the director of the Nasa Goddard Institute for Space Studies, said the modelling was too simplistic and “very likely an overestimate”. Five other recent studies suggest the 2020 regulation change had a more limited impact – heating the planet by 0.07 to 0.15 watts per sq metre compared with Prof Hansen’s figure of 0.5. Still significant, but not necessarily the sole reason for the recent extreme heat. Known for his crucial testimony to the US Senate in 1988 that global warming “is already happening now”, Prof Hansen has a reputation for sounding the alarm early. But at 83 years old, he told last week how the work would need to be left to future generations. It’s a feeling reflected among his team. When contacted via email asking to discuss the findings, his colleague Dr Makiko Sato simply wrote: “I am sorry but I retired last month and I wouldn’t like to think about science for a while.”

De hecho, varios científicos han tratado de realizar la última conclusión del profesor Hansen de que reducir las emisiones de envío y, a su vez, mejorar la contaminación del aire, fue un impulsor principal del calentamiento global. El científico británico Gavin Schmidt, director del Instituto de Estudios Espaciales de la NASA Goddard, dijo que el modelado era demasiado simplista y "muy probablemente una sobreestimación". Otros cinco estudios recientes sugieren que el cambio de regulación 2020 tuvo un impacto más limitado: calentar el planeta en 0.07 a 0.15 vatios por metro SQ en comparación con la cifra de 0.5 del profesor Hansen. Sigue siendo significativo, pero no necesariamente la única razón del calor extremo reciente. Conocido por su testimonio crucial ante el Senado de los Estados Unidos en 1988 de que el calentamiento global "ya está sucediendo ahora", el profesor Hansen tiene la reputación de sonar temprano la alarma. Pero a los 83 años, le dijo a la semana pasada cómo el trabajo tendría que dejarse en las generaciones futuras. Es un sentimiento reflejado entre su equipo. Cuando se contactó por correo electrónico pidiendo discutir los hallazgos, su colega Dr. Makiko Sato simplemente escribió: "Lo siento, pero me retiré el mes pasado y no me gustaría pensar en la ciencia por un tiempo".