Woke is on the way out. The scandal of “gender-affirming medicine” continues to be exposed; multiple sporting bodies have barred trans-identifying males from competing in female categories; the Black Lives Matter movement has been largely discredited due to revelations of fraud; and corporate DEI initiatives are being dismantled quicker than you can say “intersectional paradigms of structural oppression”. But what comes next? Wokeness was a war on reality. It prioritised individual “ways of knowing” over objective truth. It demanded conformity through authoritarian means. Such traits, however, are common to most ideologies: we should not suppose that a post-woke world will necessarily be any more appealing. Indeed, early indications would suggest that we are following the usual human habit of leaping out of frying pans and into fires.

Woke está saliendo. El escándalo de la "medicina que afirma el género" continúa siendo expuesto; múltiples cuerpos deportivos han prohibido a los machos transdentificadores de la competencia en categorías femeninas; El movimiento Black Lives Matter ha sido desacreditado en gran medida debido a las revelaciones de fraude; y las iniciativas de DEI corporativas se están desmantelando más rápido de lo que se puede decir "paradigmas interseccionales de la opresión estructural". Pero, ¿qué viene después? Wokeness fue una guerra contra la realidad. Priorizó "formas de conocer" individuales sobre la verdad objetiva. Exigió conformidad a través de medios autoritarios. Sin embargo, tales rasgos son comunes a la mayoría de las ideologías: no debemos suponer que un mundo posterior al despertar sea necesariamente más atractivo. De hecho, las primeras indicaciones sugerirían que estamos siguiendo el hábito humano habitual de saltar de sartenes y incendios.